sábado, 21 de abril de 2007

Sobre sonrisas, abrazos y convivencia en general...

No sé si será cuestión de el azar, algún dios despistado o es que las interpretaciones más misticistas de la física cuántica tienen razón, pero ayer me vi envuelto en una de esas situaciones de intertextualidad que parecen ser un fallo de Matrix.
Venía leyendo un artículo de Peter Singer en El País (lo siento, no está disponible en la versión digital gratuita) sobre un ayuntamiento australiano que favorece unas políticas encaminadas a que sus ciudadanos vivan más alegres, se sonrían y disfruten de vivir en una ciudad en la que cada año se utilizan menos coches, por ejemplo.
En Port Phillip, que así se llama el lugar, fomentan las fiestas en la calle para que los vecinos hagan una vida común en el ya común espacio urbano, llegando a pagar el seguro de responsabilidad civil que es necesario. Aquí, las fiestas de barrio van camino de la extinción y son más los vecinos que se ignoran mutuamente que los que conocen el nombre de pila del habitante del piso de arriba.
No sé si por culpa de las neuronas espejo o de qué, pero la idea me alegró mi camino a casa. Lo relacionaba con esta otra imagen que aquí les dejo de un grupo de gente que se dedicaba a ofrecer abrazos gratis a todos los que caminaban por una plaza parisina. Aquello también me alegró el día.
Al llegar a las cercanías de mi casa pasé junto a mi coche aparcado, el buen tiempo hace que lo tenga detenido desde hace semanas y después de saludarlo (hay gente para todo) me fijé en que alguien había arrojado tres huevos sobre la vieja carrocería de mi montura. Pensé en algún vecino molesto ante la presencia de mi vehículo tanto tiempo delante de su puerta, en algún desquiciado que trató de espantar las moscas que acudían a mi coche o en alguien que pensó que la temperatura de la chapa había que aprovecharla para ahorrar gas en la cocina, que está muy caro.
Creo que gracias a la lectura del artículo de Singer, seguí camino a mi casa con una sonrisa, prometiéndole a mi querido colega un manguerazo en condiciones.
Hoy de mañana, otros vecinos me han informado de que no fui yo el único afectado, que hace semanas se vienen produciendo estos incidentes y que nadie sabe como frenar al anónimo lanzador... bueno, el triste es él, el sujeto que no aprecia las tortillas.
Yo no pienso amargarme, ni por compasión.

domingo, 15 de abril de 2007

Puesta de SOL colorida.

La última entrada que escribimos era para recordar al gran genio del humor que fue Coll, hoy hace una semana que murió otro gran artista admirado por todo el Colectivo, Sol LeWitt.
Es suficiente mirar nuestra imagen, ese cubo que aparece a la derecha y compararla con la que ilustra este texto para darse cuenta de que el minimalismo de LeWitt marcó a parte del Colectivo, incluso a los amantes de autores tan alejados de este estilo como Antonio López. La viveza de los murales de de LeWitt es una muestra de una forma de entender la vida y el arte, desde la concepción de la obra a su producción.
Sol LeWitt abandonó esa idea que pregonaba la magia del momento creador, con la imagen de un perturbado pintor recibiendo el halo de las musas justo en el momento de ejecutar el trazo decisivo como icono del autor-artista. LeWitt diseñó pinturas "industriales", reproducibles y que ya no necesitan de su padre una vez creadas. Cualquiera puede tener un LeWitt en su casa, el original no existe.

Hay más que sus colorines, que quizá son lo más conocido, hay un mundo de texturas, unas construcciones que llenaban el espacio con el vacío una vida tranquila huyendo del famoseo de las galerías... aquel becario del MOMA...

Se fue el hombre tranquilo que imagino mundos e colores.
Queda la obra.