miércoles, 26 de marzo de 2008

Uno de los mejores retratos de la sociedad española.

Principios de los años treinta, dos picoletos rurales detienen, cagando, a un joven desertor del ejército que dice ser republicano, pero porta una biblia en la maleta y tiene pensado devolver el uniforme porque cree que es lo correcto.

Al poco, el guardia civil mayor, suegro del joven, reflexiona sobre la situación política que atraviesa España, los cambios que parecen venir y deja libre al detenido. El yerno lo encañona invocando las ordenanzas del benemérito cuerpo. El viejo suegro le dice que no tiene cojones a disparar al abuelo de sus hijos y acto seguido cae fulminado por un tiro de su yerno que se vuelve tarumba y se suicida mientras llora pensando en cómo va a explicarle el asunto a su mujer…

El perplejo joven pone pies en polvorosa y acaba en un pequeño burdel donde, tras pagar dos duros, acaba en una mesa en la que varios paisanos, entre ellos el alguacil y el párroco seguidor de Unamuno, juegan una timba de cartas. Un beato meapilas interrumpe la partida y el cura se va cuando gana…

"No, si va a resultar que hay Dios. Y cuando va ganando el cura le manda un viático para que se esfume con las ganancias..." Dice Don Manolo

Es uno de los mejores retratos de la sociedad española que jamás haya visto o leído.
Son lo primeros minutos de Belle Epoque (Fernando Trueba, 1992) y el guión es de Don Rafael Azcona.

Ayer falleció este genio.DEP

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