jueves, 10 de abril de 2008

Dejando rastro

Hace unos meses Pérez-Reverte hablaba sobre su gusto de no dejar rastro en los libros que pueblan su biblioteca. Nada de marcas, ex libris ni tickets de metro marcando páginas.
Hoy estuve en la biblioteca municipal de mi pueblo, dando una vuelta, viendo la nueva disposición de sus fondos y hojeando algunos de los libros que leí hace tiempo. Busqué la autobiografía de Bertrand Russell para releer un poco del primer volumen y recordar aquellas impresiones que el viejo filósofo había tenido de su especial infancia. En uno de los volúmenes, creo que el segundo, me topé con un papel a modo de marcapáginas y cuál fue mi sorpresa al descubrir que se trataba de un billete de tren (de cremallera, en Los Alpes, 79 Fr, Aller-Retour) que hace 7 u 8 años yo dejé allí.
No son muchas las salidas que ese libro tuvo en estos años, pero sí algunas. Me sorprendió toparme de nuevo con ese pedacito de mi vida.
Ahora dudo de si dejarlo allí, traerlo a casa, o depositarlo en el contenedor azul...
Eso sí, Russell sigue sin decepcionar.

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